Ambrosio firmó un pacto para quedarse con la alcaldía que le prohibía los símbolos religiosos en la vida pública, pero ha olvidado que ser Alcalde es gobernar para todos.
El año pasado tras una desgraciada gestión, la Cabalgata no salió y este año ha sido la más fea y triste que recuerdo. La gestión del evento más importante del año para los niños de Córdoba ha sido un fiasco. Una Cabalgata es la entrada con honores de los Reyes Magos a la ciudad en una comitiva con símbolos navideños conforme a un rito religioso que celebramos los cristianos en la noche de la Epifanía del Señor. Hacer de esta comitiva algo parecido a un pasacalles es un insulto a todas esas familias que esperábamos ver con nuestros hijos y nietos el desfile cúlmen de la Navidad. La entrada de titiriteros en la cabecera fue un aviso al horror que vino después. Carrozas cutres plagadas de muñecos cabezones y un pingüino como protagonista de la del Rey Melchor. Ilusión y cariño son valores que tendrían que aplicar el equipo de gobierno municipal a sus políticas, y no manipular tradiciones que están escritas por generaciones. Son cosas que no se tocan y los responsables del cogobierno tienen que saber que aunque están donde están por el pacto con los radicales de la extrema izquierda asamblearia, los cordobeses esperábamos su Cabalgata tradicional. La mala gestión de la ciudad se refleja en días tan importantes como estos, y ya llevamos sufridos demasiados, el escaso alumbrado navideño, el desastre de los Patios, el cierre de los Museos o la pérdida de 1,2 millones de euros para arreglar calles. Cuando vuelvo a casa veo en la televisión las Cabalgatas de Madrid y Barcelona, desgraciadamente lo de los gobernantes de Córdoba no solo es un problema de sectarismo, es ineptitud.
Publicado en ABC Córdoba, 12 de Enero de 2017