El alumbrado de Navidad en Córdoba es triste y anodino. Es lo que pasa cuando se hacen las cosas sin ilusión, cuando no hay un equipo que trabaje a una y con lealtad.
El Ayuntamiento es un ruidoso reino de Taifas, a fuerza de codazos, para entrar en la foto, se va perdiendo el norte. Asistir hoy a una reunión municipal es un verdadero show, nadie escucha a nadie y los integrantes del cogobierno y sus apoyos de Podemos, solo atienden la pantalla del móvil.
El pasotismo de bipartito hacia los ciudadanos es tal que en los Plenos no han contestado al drama que supone el cierre de los museos los puentes y tardes de fines de semana, la reapertura del espectáculo nocturno del Alcázar, el calendario de las obras de los centros de congresos o el despilfarro de ayudas.
Solo coinciden en echar balones fuera, y exculparse a costa de quien sea.
Que hayamos perdido un millón de euros para arreglar nuestras calles es responsabilidad del Ayuntamiento, que no ha cumplido en fechas y ha gestionado mal y tarde.
Han sido incompetentes en la gestión del seguro municipal que ha paralizado la actividad deportiva de todos los niños de Córdoba.
Estas Navidades tenemos un alumbrado patético y el año pasado nos dejaron sin Cabalgata. Nuestros niños han sufrido demasiadas veces su incompetencia.
El ataque a Cosmos evidencia el acoso que sufren nuestras empresas.
No puedo obviar el veto a las organizaciones con valores cristianos. Este año van a gastar más, aumentan 45.000 euros, y quieren seguir dejando fuera a instituciones austeras y eficientes, arraigadas en nuestra sociedad y a las que siempre se les ayudaba como a las Adoratrices, con su centro para madres en exclusión, o a Estrella Azahara del Colegio La Salle, con programas de voluntariado en Las Palmeras.
Posturas radicales que van minando ese talante amable que siempre hemos tenido los cordobeses. El ataque a nuestras tradiciones, la dejadez de nuestras calles, la persecución a empresas y la mala gestión de nuestros recursos está haciendo que perdamos oportunidades y que Córdoba esté siendo el boceto de la “ciudad podemita ideal” con la indolente pasividad de la alcaldesa socialista.
Las posibilidades de Córdoba son enormes y pienso que los que están al frente de su gestión no merecen el puesto que ocupan. Dieciocho largos meses, con las obras paradas del Palacio de Congresos de Torrijos, uno de los motores que tanto necesita nuestra economía local. Que sigan con las inmatriculaciones, vetos, y memoria histórica, que otras ciudades vecinas están cogiendo el testigo que nosotros estamos perdiendo.
Y el que tenga duda que se de un paseo por Málaga esta Navidad, por ejemplo.