Publicado en Diario Córdoba el 31 de Octubre de 2015

El lunes pasado acompañé a la directora de la primera TV privada de Indonesia con 120 millones de televidentes a conocer el casco histórico de Córdoba. Venía con una ilusión enorme por saber de nuestra cultura, tan ajena a un asiático. La Mezquita-Catedral la dejó boquiabierta, y por su condición de musulmana le emocionó el buen estado del monumento.

Nuestra próxima parada podría haber sido el Alcázar de los Reyes Cristianos, antes Alcázar Califal, pero estaba cerrado por decisión del Gobierno municipal. Justo frente pudimos haber entrado en los Baños Califales, pero también estaban cerrados por los mismos. Pudimos haber atajado por la calle Tomás Conde hasta el Museo Taurino, donde podía haber visto entre patios, vestidos de torear y la recreación de una corrida de toros. Tampoco pudimos asomarnos a la Sinagoga, única en Andalucía, era lunes y estaba cerrada a cal y canto por orden de la Junta de Andalucía.

Volviendo por Cardenal González, podíamos haber paseado hasta Lineros para conocer los tres museos de la plaza del Potro, los municipales de Julio Romero de Torres y Flamenco Fosforito y el de Bellas Artes de la Junta de Andalucía. Para qué llegar a un lugar con sus tres puertas cerradas. No fuimos.

De vuelta podíamos haber atrochado por San Francisco hacia el Arco del Portillo, hoy apuntalado para nuestra vergüenza, y callejeando entre cal y flores llegar al Museo Arqueológico, joya incompleta de nuestra herencia antigua, romana, judía y cristiana. Por los cristales y si entornas un poco los ojos podíamos haber visto el Teatro de la ciudad imperial de Corduva, el tercero mayor del Imperio romano. Pero me dió apuro hacerla guiñar y tampoco fuimos. A eso de las 12:30, cuando almuerzan los orientales, tuvimos verdaderos apuros para encontrar algo abierto y además con certificación Halal. Lo hicimos en la terracita de un Kebab, donde nos sirvieron unas pitas rellenas frente al Templo romano de Claudio Marcelo.

Le cuento todos los distintivos de la Unesco que tiene Córdoba y la que se está solicitando para la Ciudad Califal de Madinat Al-Zahra, le interesa muchísimo y me propone acercarnos, «impossible, my friend, today is monday».

A la vuelta, en la Puerta del Puente, escuché el suspiro de nuestra invitada, «en mi país el turista es muy importante». Ahora la que suspira, soy yo.